Escuchar misma la canción todos los días al ir trabajar en el coche no es casual ni algo original. Nos ocurre algo similar también al cocinar, entrenar, y en casi cualquier situación de nuestra vida. Descubrir nuevos lenguajes musicales, nuevas melodías o patrones rítmicos resulta a veces complejo porque nos exige como oyentes empezar de nuevo y nos resulta más cómodo el continuismo o inercia. ¿Hay algo que podamos hacer o simplemente somos así como seres humanos? La preferencia por la música predecible se puede explicar desde la neurociencia a través de varios conceptos y hallazgos que nos pueden ayudar a comprendernos y modificar intencionadamente nuestros gustos. En primer lugar comentaremos las expectativas y gratificación, la música predecible tiende a seguir patrones que nuestros cerebros aprenden a anticipar. Esta capacidad de predecir crea una sensación de gratificación cuando se cumplen esas expectativas. Estudios de neurociencia han demostrado que la liberación de dopamina, un neurotransmisor relacionado con el placer, aumenta cuando se anticipa una recompensa musical. En segundo lugar, se encuentra el efecto de la familiaridad, la familiaridad con ciertas estructuras musicales (como el uso de acordes y ritmos comunes) puede hacer que la música sea más placentera. Según el principio de la fluidez, tendemos a preferir estímulos que son fáciles de procesar, lo que se traduce en una mayor satisfacción con música predecible. En tercer lugar la teoría del procesamiento nos sugiere que el cerebro busca patrones y coherencia en la música. Artistas como David Huron han explorado cómo los patrones musicales influyen en nuestras emociones y respuestas cerebrales. Huron destaca que la música que cumple nuestras expectativas tiende a ser más emocionalmente resonante. En cuarto lugar se encuentra la apreciación estética, un concepto muy importante ya que la música predecible a menudo se asocia con estructuras que fomentan la conexión emocional. Por ejemplo, canciones populares suelen seguir fórmulas que hacen que sean fácilmente reconocibles y agradables. Esto es parte de lo que permite que la música se convierta en un medio de comunicación emocional. Y qué se lo digan a la industria que ha formado todo un sistema basado en ello, y bien que les va. Por último, las diferencias culturales y personales presentes en todos nosotros, si bien la música predecible es generalmente más apreciada, hay variaciones según la cultura y las experiencias personales. Algunos estudios, como los de los psicólogos Steven Pinker y Daniel Levitin, sugieren que nuestras preferencias musicales también están influenciadas por nuestras experiencias de vida y contextos culturales.
En resumen, desde la perspectiva de la neurociencia, la música predecible es preferida debido a la forma en que nuestro cerebro procesa las expectativas y gratificaciones, lo que resuena emocionalmente con nosotros. La combinación de familiaridad, patrones, y estructura hace que esta música sea profundamente satisfactoria y significativa. Resulta curioso esta homogeneización dentro de una sociedad que defiende la identidad individual, pero en nuestra mano está el acercarnos a otros lenguajes.
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